Vietnam ocupa el puesto 25 en la Lista Mundial de la Persecución 2023, ya que seguir a Jesús allí puede tener un alto coste, especialmente para los miembros de los grupos tribales. En estas comunidades, los líderes políticos locales pueden utilizar su autoridad para amenazar y castigar a cualquiera que parezca salirse de la cultura o las creencias impuestas.
Cuando alguien entrega su vida a Jesús en este contexto, puede sufrir graves consecuencias.
Así lo sabe de primera mano Suong*, una creyente de una tribu del centro-norte de Vietnam. Actualmente, vive bajo una presión implacable por parte de sus padres, su familia política y su propio marido para que renuncie a su fe en Jesús.
«No dejaban de presionarme para que abandonara mis creencias y firmara un documento en el que declarara que renunciaba voluntariamente a mi fe en Jesús», reveló a nuestros colaboradores. «Pero no les hice caso».
En la zona donde vive, no hay iglesias ni grupos cristianos reconocidos. De hecho, el gobierno local intenta expulsar a cualquiera que afirme ser cristiano. Las autoridades afirman que la provincia es una «zona sin religión». En consecuencia, tres cristianos de esta parte de Vietnam fueron encarcelados a causa de su fe el año pasado.
«No sé qué hacer. ¿Por qué nos ponen tantas dificultades para seguir a Jesús?».
Aunque no fuera cristiano, el marido de Suong la apoyaba anteriormente. Sin embargo, se asustó cuando le amenazaron con despedirle de su puesto en la oficina de la comunidad. Ante estas amenazas, tanto él como sus padres le dieron la espalda a Suong.
«Al mantenerme firme en mis creencias a pesar de las presiones que recibía de todas partes, mis suegros [me llevaron] de vuelta con mis padres, con la esperanza de que ellos me convencieran para que rechazara mi fe cristiana», compartió.
Y eso fue exactamente lo que intentó hacer su familia.
«Cuando les dije que no, me dijeron que me echarían y que no me dejarían volver a casa», recuerda. «Tengo mucho miedo, pero no renunciaré a mi fe».
Suong suplicó a sus padres para que le permitieran quedarse unos días mientras reflexionaba su decisión, pero luego la echaron junto con su hijo de tres años. Tanto su familia directa como su familia política quieren expulsarla de la comunidad y entregarla a la policía local.
«Tengo mucho miedo», confesó Suong a nuestros colaboradores. «No sé qué hacer. ¿Por qué nos ponen tantas dificultades para seguir a Jesús? Pero confiaré en la misericordia y la protección de Dios».
«Tengo mucho miedo, pero no renunciaré a mi fe».
Esta hermana en la fe conoce las consecuencias de seguir a Jesús en Vietnam incluso por más razones que su propia situación. El año pasado, el colaborador local de Puertas Abiertas ayudó a su hermana cuando la echaron de su casa también a causa de su fe. La hermana de Suong recibió ayuda para establecerse en un nuevo lugar y, al cabo de unos meses, huyó del país por su cuenta porque temía las continuas amenazas contra su vida.
Por eso Suong está pensando en coger a su hijo y huir de Vietnam. «No quiero quedarme aquí y tener que renunciar a mi fe. Quiero seguir a Jesús pase lo que pase», declara esta hermana perseguida en Vietnam. «Quiero huir con mi hijo y buscar refugio en otro país donde esté mi hermana, pero no tengo dinero y mi hijo no tiene pasaporte». Sólo tiene unos 400.000 VND (algo menos de 16 €).
Uno con ellos, uno con Suong
Este tipo de persecución amparada por las autoridades locales es muy común en países como Vietnam o Laos, donde Puertas Abiertas ya ha apoyado a creyentes como Suong desde que empezó a sufrir por su fe. Como nuestro colaborador local en el país, Athan* ha seguido de cerca la situación de esta creyente con la que hemos desarrollado una estrecha relación los últimos años. «He estado en constante comunicación con ella a través de mensajes [de texto] para animarla y orar por ella, ya que nadie puede visitarla», asegura.
La iglesia local de la zona a la que huyó la está ayudando. «Uno de nuestros colaboradores locales, el pastor Luca*, la está visitando e intentando conseguir un lugar donde puedan alojarse cerca de la iglesia», afirma Athan. «También están encontrando formas de apoyarles, y estamos supervisando constantemente su situación».
Hace poco, el marido de Suong la localizó y le dio un ultimátum, a pesar de que su hijo estaba en el hospital con una enfermedad. «Mi marido vino y [trató de obligarme] a escribir [una carta de divorcio]», recuerda. «Si no, me obligará a volver a casa y me entregará a la policía». Según la normativa local, como marido tiene autoridad legal para llevarla de vuelta a casa y hacer que la detengan.
Pero con su hijo en el hospital, Suong hizo caso omiso de las amenazas de su esposo. Ahora, su esperanza sigue siendo que Jesús la ayude a superar las dificultades a las que se enfrenta.
*Nombres cambiados por motivos de seguridad.