La pareja soñaba con tener una familia numerosa, pero una ecografía reveló que Sophie tenía endometriosis en etapa cuatro, una enfermedad del útero que causa quistes, tejido cicatricial e infertilidad. A partir de este diagnóstico, ambos comprendieron que la vida que habían planeado sería diferente.
Entonces Sophie se sometió a una cirugía laparoscópica para extirpar los quistes en su útero, lo que haría posible el embarazo. Su familia y amigos oraron por ella. La cirugía fue un éxito y cuatro meses después, quedó embarazada y pronto le dieron la bienvenida al mundo a su hijo, Brooks.
Con la esperanza de que sus problemas hubieran quedado atrás, intentaron tener un segundo hijo. Desafortunadamente, una serie de abortos espontáneos arruinaron sus esperanzas de ampliar su familia. Volvieron al médico para otro chequeo, la endometriosis había regresado y estaba peor que antes.
Los quistes y una trompa de falopio bloqueada imposibilitaba un embarazo natural. “Yo era un desastre hasta que oré: ‘Señor, hoy te entrego todo lo que soy’. Fue como un cambio de corazón. Entonces programaron el procedimiento. “El médico dijo: ‘Tus ovarios, todo se ve genial y normal. Los quistes han desaparecido”, afirmó.
Meses después, Sophie dio a luz a Palmer Hope, una niña sana. Hoy es un recordatorio de que Dios todavía realiza milagros y escucha los gritos de nuestros corazones. Dice que todos los días se siente agradecida por la bondad y el cuidado de Dios, por el hecho de que Él se preocupa tanto por su vida, por haberla sanado y regalado a sus hijos.