A través de su madre, Eric descubrió que su abuelo era un pastor y plantador de iglesias en la ciudad de Bragança Paulista, en São Paulo. Su madre solía decir que su abuelo realizaba estas tareas montado en un caballo.
Aunque provenía de una familia humilde, Eric afirma que la fe de su familia hizo una gran diferencia en su vida. En un video, él compartió cómo tuvo el valor de evangelizar a las personas durante el funeral de su madre, Lilian.
“Miré el ataúd, vi a mi madre allí y comprendí el legado. Pensé: ‘Voy a ser la respuesta, voy a ser la continuación ‘. Me paré de espaldas al ataúd, de cara a la gente y comencé a hablar del amor de Jesús”, recordó.
“Pedí tocar la canción ‘Oh qué hermoso es este nombre’ [y pregunté] ¿quién quiere aceptar a Jesús?”, continuó mientras relataba que varias manos se levantaron.
“Entonces cargué el ataúd cantando: La muerte venciste, el velo rompiste, la tumba ya está vacía”, dijo emocionado.
“Para algunos el cáncer es muerte, pero para ella fue otra oportunidad de llevar vida y esperanza a quienes ya no creen. ¿Es difícil? ¡Y! Sólo los que pasan lo saben. Pero ella me enseñó a poner mis expectativas en el Señor”, escribió en una publicación en su Instagram.
En una conversación con Douglas Gonçalves, líder del movimiento JesusCopy, Erik compartió los detalles de su trayectoria espiritual.
Durante el tiempo en que su madre luchaba contra el cáncer, Erik rememora los últimos momentos de su vida. En una particular ocasión, se encontraban en un hospital aguardando una cita, y él confiesa que las lágrimas brotaban profusamente.
“Ella me preguntó por qué estaba llorando. Ella se levantó en ese momento y fue a evangelizar a una mujer. Eso me hizo sentir un fuego dentro de mí, mi madre demostró que en la alegría y en la tristeza hay que hablar del amor de Jesús”, destacó.
Una vez, después de recibir una profecía de que tendría importancia, regresó a casa y encontró a su madre llorando. Su madre tenía una enfermedad terminal y le pidió que pusiera una canción. Cantaron juntos mientras lágrimas caían. Durante un momento, cerró los ojos y vio a Jesús sosteniendo las manos de su madre.
Pero rápidamente lo negó, pensando que no podía llevarse a su madre, quien era su mejor amiga. Sin embargo, al cerrar los ojos de nuevo, vio a Jesús sonriéndole.
“Perder a mi madre y a mi mejor amiga fue el peor dolor de mi vida. Solo tenía 22 años”, dijo contando que se quedó dormido en el sofá de su casa y los gritos de sus hermanos lo despertaron.
Cuando su madre fue llevada en una ambulancia, él supo que esa era su despedida.
“Ella fue una mujer que llevó a Jesús a la gente con sencillez, muchos quedaron conmovidos por ella. El velorio estuvo lleno”, recordó.
“’Ve, en tu debilidad te haré fuerte’. Fue en esta fortaleza que Eric transformó el dolor en propósito y ahora se siente relevante, llevando a Jesús a la gente”, testificó sobre el consuelo que le brindó el Espíritu Santo en ese momento cuando predicó.